Todo parece salirle bien a Alonso. Pero antes de acceder al castillo, y a pesar del destrozo que los comuneros han causado en su interior, entra en la iglesia para cumplir la promesa que hizo a Acuña: poner una vela a San Mamés buscando el perdón por el asalto al templo.
Alonso sale de la iglesia y se dirige al castillo. Una vez allí, empezará por quitarse de encima parte de la guardia realista que se encuentra en la bodega de la fortaleza.
Pero antes de llegar a su destino una duda le aborda.